Ciruelas robadas

Andrea Sánchez Montes

12/10/2023

CIRUELAS ROBADAS

Un ciruelo bien crecido

personaje del relato

de episodio conflictivo

que os cuento con agrado.

En un buen día de mayo

comenzó esta historia:

mi padre vio de soslayo

cuando con él paseaba

unas ciruelas colgando,

lleno el árbol estaba

"¡Andrea, mira hacia el lado!

¿ves que hay tantas ciruelas?

¡se caen las ramas del árbol!"

Yo respondí con cautela

"¿quieres que las cojamos?"

Mi mirada picaresca

se apagó muy rápido

ante las ansias del hurto

que estaba planeando.

Mi padre, que es más sensato

mucho menos impulsivo

pero para nada ingrato

respondió, bien pensándolo

"las ciruelas están verdes

no podremos comérnoslas

esperaremos dos meses

para poder recogerlas.

El ciruelo tiene dueño

es un querido amigo

yo le pediré permiso

para que nadie nos diga

“no cojas lo que es mío"

Y el dueño del ciruelo

nos dio un gran visto bueno

"Coged todas las ciruelas,

haced buena mermelada

y pronto la comeremos

todos juntos en mi casa".

Y pasaron los dos meses

las ciruelas maduraron,

tal que el trigo de verano.

Yo, que no espero tanto

tiendo a impacientarme

y siempre me adelanto,

preparé los botecitos

con ilusión y cariño.

Compré el azúcar blanco

"dos cincuenta, ¿quieres cambio?"

"quédese todas las vueltas

la ocasión lo merece

hoy ha llegado el día

que espero desde meses".

Salí corriendo de allí

para contemplar el ciruelo

"seguro que son más de mil

las ciruelas que espero"

y me salivó la boca

de pensar en mi abuelo

y en esa mermelada

que a los dos nos gustaba

¡cuántas ganas de probarla!

Pero nada es eterno

ni el gozo ni los sueños.

Mis ojos enmudecieron

en la calle del ciruelo.

Ni una ciruela había

en el árbol antes lleno.

Por la calleja escapó

la autora de los hechos

tenía el pelo cano

y más de ochenta años.

Se iba con una cesta

repleta de ciruelas

sonrisa de oreja a oreja

y con muy poca vergüenza.

Allí sentada me quedé

en el borde de la acera

"¿por qué he merecido yo

el cuento de la lechera?"

El ciruelo estaba vacío

igual que mis botecitos

igual que mis ilusiones

de cocinar mermelada

en la tarde del domingo.

Una patada le solté

a una buena ciruela

que a aquella ladrona

se le cayó de la cesta.

Triste puse un letrero

"Sí, soy un buen ciruelo,

no me robes, tengo dueño".

Moraleja, amigo lector

no te impacientes tanto

como esta servidora

créeme, menuda broma.

Y no cojas las ciruelas

aquellas que no son tuyas

porque menudo disgusto

me llevaría por tu culpa.

Bien, valora lo que tienes

si aún lo puedes tocar

cuando ya no lo tengas

muy en falta lo echarás.

Fotografía generada por IA (Héctor Santos)